JABÓN rosa Venus (II)
JOSÉ DÍAZ CERVERA
Cuando analizamos la letra de “Flor
con alma”, observamos aspectos muy interesantes en torno a la manera como se
proyectaba el amor en la segunda mitad de los años cuarenta del siglo XX, en
una Mérida que parece como salida de una postal y hasta cierto punto ajena a
muchos de los grandes conflictos de la época (como lo fueron, por ejemplo, la
Segunda Guerra Mundial y las matanzas locales que acontecieron algunos años
antes en Opichén y en la propia Capital yucateca).
Esa
mujer que iba a las verbenas del barrio de Santiago, y que acudía puntualmente
a la capilla de Itzimná cada día 14, tenía —además— el adorno maravilloso de
una sensualidad cuyo ejercicio, sin embargo, debía darse única y exclusivamente
a través del sacramento matrimonial, simbolizado mediante el velo de novia.
La
sensualidad no secularizada pero presente como parte de los referentes del
discurso amoroso de la época, al menos en la canción yucateca, contrasta con la
visión contenida en otra pieza de ese tiempo, abiertamente dedicada al gozo
erótico: “Bésame mucho”.
A
la luz de la guerra, “Bésame mucho, que tengo miedo a perderte después…”
resulta una súplica con implicaciones realmente interesantes, que nos permiten
ver un dejo de desesperación en la manera de entender la pasión amorosa, en un
mundo convulso que parecía caminar a contra-reloj en todos sus órdenes y que,
por tanto, no daba oportunidad al ejercicio prolongado de una seducción y mucho
menos a la posposición de los encuentros amorosos, que probablemente no
tendrían oportunidad de repetirse.
Herencia de ello, el amor
en nuestros tiempos está decisivamente ligado al ejercicio de la sexualidad y
ésta tiene sus marcos de referencia, sus tiempos, sus espacios, su simbología y
sus objetos significantes, mismos que nos ofrecen los elementos caracterizan al
amor en esta época.
Amor
y matrimonio (civil o religioso) ya no constituyen una simbiosis fundamental
que liga al primero con aquellos valores que lo han identificado durante décadas;
por eso ahora el amor está determinado por otros referentes como, por ejemplo,
los jabones baratos de los hoteles de paso.
Así,
al metaforizar el amor a través de una pastilla de jabón, tal y como lo
propusiera una de mis alumnas en un curso de retórica, proyectamos un conjunto
riquísimo (tanto en riqueza como en ricura) de predicados que nos permiten ir
desentrañando la manera en que miramos el mundo así como los contenidos de
nuestro universo emocional.
¿Podrá
la trova ponerse al día con ese cosmos?
Por
lo pronto, espero los días que vienen con una discreta ansiedad, para leer el
libro de ensayos de Enrique Martín y refrescar mi propia mirada sobre la trova
yucateca.