lunes, 5 de julio de 2010

SOBRE LA ANIQUILACIÓN CULTURAL

SOBRE LA ANIQUILACIÓN CULTURAL
JOSÉ DÍAZ CERVERA
A veces, las secciones de espectáculos de los periódicos y noticiarios tienen ángulos interesantes. Más allá de su aparentemente necesaria frivolidad y del universo superficial que hay en ellas, hay también imaginarios y aspiraciones que se constituyen como elementos importantes de nuestro universo axiológico y de nuestra rutina.
Desde luego que no se trata de afirmar que en el mundo del espectáculo se encuentren sesudos análisis de nuestra realidad, el asunto va más bien por otro lado.
Ahí está, por ejemplo, Paquita la del Barrio pidiendo perdón a la comunidad gay (que en buena medida contribuyó a su popularidad) por unas declaraciones fascistas hechas hace algunos meses. No estamos, desde luego, ante una rectificación ética, sino ante una fallida estrategia mercadotécnica que no termina en el hecho mismo, sino que se queda resonando en una sociedad que, a pesar de las leyes y de los planteamientos políticamente correctos, no deja de mostrar su intolerancia.
Ahí está también una aparente polémica entre el argentino Fito Páez y el guatemalteco Ricardo Arjona; el primero hablando de la aniquilación cultural de su país sintomatizada por el éxito de un compositor y cantante mediocre y machista como lo es el centroamericano, quien se defiende afirmando que Páez está en decadencia.
Estos dos casos pueden leerse de maneras distintas. Desde luego, si vemos en ellos un asunto estrictamente mediático, nos perdemos de muchos aspectos reveladores de los mismos. El sainete de la cantante de la colonia Guerrero ha movido muchas cosas. Basta seguir por la internet los comentarios de la gente a la noticia difundida en torno a lo que sucedió en una disco de la ciudad de México —donde la cantante pidió perdón a la comunidad homosexual y reconoció que ésta está también constituida por seres humanos (¡!)—, para darnos cuenta de que bajo un escándalo del antes llamado “star sistem”, hay una sociedad que se mueve dentro de un ámbito muy primitivo de afinidades y rechazos que son potenciados por una declaración que de ninguna manera puede verse como desafortunada, ya que expresa con claridad lo que la cantante piensa sobre los homosexuales.
El caso de Fito Páez y Arjona también tiene aspectos interesantes, ya que el primero se queja de los espacios ganados por el cantante centroamericano y ve en ello una demostración del proceso de aniquilación cultural que vive su propio país, que prefiere una música ramplona y anodina como la del cantautor guatemalteco, por encima de la música de íconos del rock en español como Charly García.
Quizá Páez tenga razón, y probablemente sus declaraciones no vayan tanto en contra de Ricardo Arjona como de un país que todos los días encuentra la manera de derrotarse culturalmente.
A fin de cuentas, un mundo que le da demasiada importancia a las opiniones en detrimento de los diagnósticos y los argumentos, parece ser un mundo irrespirable y sin salida, listo para reproducir nuestra barbarie. Lo peor de todo, sin embargo, es que aun cuando vivamos en niveles cada vez más precarios de indignidad, estamos más que dispuestos a ser pisoteados y hasta solicitamos nuestra ración cotidiana de intolerancia, de vacuidad y de estupidez.
A la mano tenemos un ejemplo: miles de jóvenes estuvieron hace dos meses en Mérida para participar en las jornadas de la mayor televisora del país, atraídos por la posibilidad de darse una salpicadita de glamour (léase mierda). Estos jóvenes, que en su mayoría son analfabetas funcionales, quieren ser parte de ese engranaje que nos mantiene en la lona desde hace más de cincuenta años, y que ha llevado a nuestro país al borde de la aniquilación cultural.
A veces asomarse a lo que sucede en el llamado mundo del espectáculo es asomarse a mirar cómo se va cancelando el futuro y cómo se sustituye nuestra imaginación por el estiércol. Lo curioso es que en nuestra sociedad haya una gran ansiedad entre muchos por ser parte de ese mundo, aunque sea preparándole el café a un productor o cargando cajas. A veces veo los programas de Paty Chapoy para que no se me olvide que soy un perro rabioso.
Estamos listos y eficientemente preparados para que nos cargue el carajo.

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